Les presento un extracto de "El Agüero de Venenum Vindicta", ya que posee una valiosa interacción, que brinda a uno de los pilares del existencialismo.
Esta es una novela de fantasía y terror, con algo de existencialismo, que he publicado recientemente. Más información sobre la obra la podrán encontrar aquí: Fortaleza del Mago.
Capítulo 1: Cataclismo:
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El Clérigo atendió a los heridos. Luego ayudó a los hechiceros, llevando a muertos a los sepulcros, donde eran quemados para prevenir el esparcimiento de las infecciones oportunas. Entre esas, se topó con uno de los curanderos, con quién entabló una conversación extraña, pero valiosa:
“¡Oye! Clérigo, ayúdame a llevar a este cadáver, antes que te vayas a rezar por tu bien.”
El Clérigo le volteó a ver, erguido y orgulloso en su renovada postura, y con los ojos meros desdeñosos estuvo a punto de contraponerle algo, cuando le dijo, caviloso, “Te ayudaré sin duda. Pero te digo, que ayudarse sólo puede uno mismo. Venga, vamos.”
El curandero tiraba de los brazos, y el Clérigo de las piernas del cadáver. Se lanzaban ojerizas por aquí y por allá, ambos incómodos de tener que estar ante la presencia del uno y del otro. El viento les empujaba a los lados, intentando botarlos al sepulcro. Ninguno de los dos fue vencido por el viento en esta ocasión.
El curandero le expresó, "Eres un Clérigo inusual. Juré haber visto a uno similar a ti. Pero tenía una mirada distinta. Una que solía ver a los demás con algo de salvación. Los tuyos me miran con algo que desea vengarse. ¿Qué se ha roto dentro de ti?"
El Clérigo entonces se sintió sumamente desolado por su renovada actitud, y con gran esfuerzo, se deshizo de su postura erguida y sus ojos perdieron el brillo. Dijo, con una gran pena, "Que dios te bendiga por haberme hecho realizar esto. Entre mí se ha roto todo. La esperanza especialmente yace destruida. No tengo a qué acudir en esta vida. Había encontrado a una esperanza entre mí. Yo era la esperanza. Quizá algún día la vuelva a encontrar."
El curandero entonces le reprimió, "Haces bien y mal, Clérigo. La esperanza eres en definitiva tú. Pero no te vayas de cabeza. Las cosas no son tan malas como las aparentan ser. Pero tampoco son tan buenas como las quisiéramos ver. Hay un balance fino que se juega mientras cavilas en cosas de harta importancia. Si te desbalanceas mucho y nutres a tu salvaje ser, pues ya verás a su producto. Si te inclinas, por el contario, hacia el otro bando, serás tan blando que ni el algodón podrá contigo. Ambas fuerzas parecen depender de la interacción forjada entre sí. Yo veo que tambaleas en una línea fina trazada entre el balance que pareces haber perturbado, un balance que alguna vez estuvo armónico y ahora ya no lo es así. Ten cuidado con qué cosas juegas, Clérigo. Hay acciones sobre sí que son irremediables. Hay actos que media vez cometidos son irreparables. No bajes la guardia, y siempre debes estar atento para aquellos pecados que puedes cometer en contra de ti mismo. Recuerda a mi rostro, Clérigo. Mi nombre es Númelar el Sabio, puede ser que algún día nos volvamos a ver. Ya veremos entonces qué camino has deseado emprender."
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